La plegaria, esa desconocida
La plegaria ha sido definida desde hace tiempo como un diálogo amoroso entre Dios y el que ora o, como dice más explícitamente santa Teresa de Jesús, como «una comunicación amistosa, conversando con Aquel que sabemos que nos ama». A mí me gusta creer que orar también es como abrir de par en par la puerta de nuestra casa, a menudo en penumbra, y permitir que la Luz penetre y permanezca en ella.
Pero, a pesar de que abrir una puerta, incluso cerrada a cal y canto, puede resultar sencillo si se dispone de la llave apropiada, será prácticamente imposible en caso contrario. La plegaria es, en este caso, como una llave maestra, cuando no consiste únicamente en palabras o pensamientos, sino coherencia de vida, es decir, dando testimonio y ejemplo de aquello en lo cual se cree.