Cartas abiertas
Me ha parecido que, de vez en cuando, es conveniente levantar las alfombras para sacudir el polvo, y pienso que debajo de las de este mundo que nos ha tocado vivir, no es poco el humo y la polvareda que hay acumulados.
No obstante, afortunadamente, no todo es polvo, y en medio del humo también podemos encontrar llama –un destello de esperanza− y gozar de la paz de su calor. Sin embargo, no hay que olvidar que el verdadero valor de las cosas suele estar discretamente oculto, y que la luz y las tinieblas no están tan alejadas entre sí como a menudo nos pueda parecer.