Dios en las pequeñas cosas

Dios en las pequeñas cosas

Descubrir a Dios en los hechos aparentemente insignificantes o cotidianos no acostumbra a ser fácil. Es lógico que cautive más contemplar el firmamento estrellado que no el quehacer de una hormiga. Y, no obstante, su presencia existe igualmente en ambos casos. Pero para apreciar el valor de la sencillez y ser conscientes de la mano de Dios en todo lo que nos rodea, es necesario poseer una finura de espíritu, no poca sensibilidad y llevar a cabo un especial ejercicio de observación. Sin embargo, no olvidemos que muchas pequeñas cosas pueden llegar a configurar una de mucho mayor. También es bueno saber que una cosa muy pequeña –como, por ejemplo, una semilla− puede convertirse en un árbol gigantesco e, incluso, dar fruto.