Dios, ese desconocido
A Dios lo podemos percibir tan lejos de nosotros, ¡tan inalcanzable! Y, al mismo tiempo, tenerlo tan cerca... Pero es necesario descubrirlo, lo cual no siempre es fácil, ni suele ocurrir por azar, sino como fruto de una búsqueda insistente y constante. En realidad, solo el deseo sincero y perseverante de encontrarlo, ya es un primer signo de su presencia. En palabras de Cristina Kaufmann: “La fe es un don que concede Dios y que, cuando se experimenta, crea una exigencia de vida y de comunicación; una exigencia liberadora”. Ciertamente, la fe es como un tesoro hallado en medio del camino, del camino de la vida, pero que, como todo tesoro, por valioso que sea –y en este caso no tiene precio− si se esconde termina por oxidarse.